Indudablemente, el descanso es su función más evidente. La falta de sueño garantiza un día lleno de incomodidades; nuestra capacidad de concentración disminuye, nos vemos obligados a consumir excesivas cantidades de café para funcionar mínimamente y hasta nuestro humor se ve afectado. Ya sea por ocio, preocupaciones o trabajo, dormir poco tiene un impacto negativo en nuestra salud.
El sueño tiene un papel crucial en el bienestar integral de las personas. Un descanso adecuado salvaguarda nuestra salud mental y física, así como nuestra calidad de vida.
Mientras dormimos, nuestro cuerpo se dedica a fortalecer la salud cerebral, preparándonos para el día siguiente y potenciando nuestra capacidad para aprender y memorizar.
También juega un rol vital en nuestra salud física. Durante el sueño, nuestro organismo se repara y regenera. La privación crónica de sueño está vinculada con un incremento en el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, renales, hipertensión, diabetes y accidentes cerebrovasculares.
El sueño asimismo beneficia al sistema inmunológico, fortaleciéndolo contra infecciones. Es fundamental en el equilibrio hormonal, relacionado con la regulación del peso corporal.
Además, el sueño regula las hormonas del hambre como la grelina y la leptina, y afecta la respuesta a la insulina. Dormir mal puede elevar los niveles de glucosa en sangre, aumentando el riesgo de diabetes.
Se nos ha dicho que debemos aspirar a dormir al menos ocho horas cada noche. Sin embargo, esto no siempre se ajusta a nuestros estilos de vida actuales. La National Sleep Foundation recomienda de 7 a 9 horas para adultos y de 7 a 8 horas para los mayores.
¿Te sientes productivo y feliz con siete horas de sueño?
¿Padeces de sobrepeso u otros problemas de salud?
¿Eres propenso a enfermedades?
¿Tienes dificultades para dormir?
¿Dependes del café para mantenerte despierto?
¿Sientes sueño al conducir?
Responder a estas preguntas puede ayudarte a entender si necesitas mejorar tu descanso diario.
Aunque intentemos compensar la falta de sueño durmiendo más los fines de semana, la realidad es que no siempre es posible recuperar completamente el sueño perdido, especialmente si el déficit es grande.
Intentar dormir todo un día para compensar puede, de hecho, empeorar nuestro ciclo de sueño.
Aunque no todos pueden permitírselo, quienes practican la siesta destacan sus beneficios: relajación, reducción de la fatiga, mayor alerta, mejora del humor, rendimiento y memoria. Sin embargo, una siesta excesiva o mal programada puede perturbar el ciclo de sueño nocturno. Lo ideal es que sea breve, de 15 a 20 minutos, y que se realice a primeras horas de la tarde.